El ocaso de la democracia

Artículo publicado en Milenio, el día 21 de diciembre de 2022.

En 2020, Anne Applebaum publicó El ocaso de la democracia. Ahí argumentó que las democracias liberales estaban bajo asedio. Decepcionados por las promesas incumplidas de la democracia, muchos se dejan seducir por un autoritarismo que, con un discurso simple y radical, ofrecía salidas que reivindicaban viejos agravios. Este libro se sumó a muchos otros que advertían cómo diferentes expresiones del populismo se imponían poco a poco como forma de gobierno. Nadia Urbinati en Yo, el pueblo propuso considerarlo como “una transformación de los tres pilares de la democracia: el pueblo, el principio de mayoría y la representación”.

Desde hace tiempo observamos cómo el gobierno de la 4T venía construyendo una ruta para modificar las coordenadas de la democracia liberal y sentar las bases de un “nuevo régimen”. No recurrió al cambio constitucional (los votos no alcanzaban), sino al uso de su mayoría parlamentaria y su capacidad de acción política, aún si esas acciones violentan principios constitucionales aún vigentes.

El cambio prometido sigue un guion conocido. La nueva legitimidad no se construye mediante el debate y la inclusión, sino con base en el mandato del “pueblo” encarnado en el líder; en la austeridad que esconde un ejercicio discrecional del poder, y en el desmantelamiento de las instituciones neoliberales (entre otras el INE) para controlar los mecanismos de acceso al poder. Eso es lo que significa la reforma electoral.

Pero no solo se modifica el sistema electoral. Existen muchas otras acciones que van eliminando progresivamente los mecanismos de representación para permitir la centralización de las decisiones. Algunos botones de muestra recientes son los cambios en el Estatuto del CIDE, las propuestas contenidas en el proyecto de Ley General de Humanidades, Ciencias y Tecnología para la gobernanza de la ciencia o el desprecio para el Consejo Consultivo de la CNDH. El común denominador es un nuevo modo de gobernar que no admiten réplica y consolida el mandato del pueblo frente a quienes, desde el polo conservador, se resisten al cambio.

Conviene tomar nota que entramos ya en el proceso de consolidación del poder de la 4T. Nada es casual ni resultado de la improvisación. Sigue una lógica perfectamente trazable para dejar atrás a las instituciones liberales y construir una nueva narrativa dual y polarizante, donde las elecciones no son mecanismos de deliberación y elección, sino plebiscitos para demostrar la voluntad popular, y donde la ley tiene un carácter meramente instrumental. Y no estamos frente a una peculiaridad nacional, sino que somos parte de un proceso global.

José Woldenberg escribió Cartas a una joven desencantada con la democracia. Vale la pena leerlos en estos días de pausa para entender porque nos corresponde resistir y no claudicar.

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