Decidir entre vivir o morir

Artículo publicado  en el periódico Milenio el día 29 de abril del 2020

 

Imagine, amable lector, la siguiente situación. Una familiar contrae covid-19 y requiere una cama de cuidados intensivos y un respirador. Acuden al hospital y encuentran en la sala de admisiones a otra familia que enfrenta la misma situación. Ambas son mujeres, trabajadoras, con dependientes, de aproximadamente 60 años. En el hospital les informan que solo existe una cama disponible. ¿A quién se la asignará? ¿Con qué criterios? ¿Quién decide? ¿Qué sucede con la paciente a quien se le niega la atención?

Esta situación hipotética, por desgracia, tiene bases reales. Los hechos están ahí. En los próximos días, miles de personas infectadas por el covid-19 necesitarán camas de terapia intensiva, ventiladores y cuidados médicos especializados. Y también es un hecho que, a pesar de todo el esfuerzo gubernamental, llegará el momento en que los recursos serán insuficientes. Así ha sucedido en todos los países donde el virus ha causado estragos.

Para enfrentar este inminente problema, el Consejo de Salubridad General comenzó a trabajar en una guía para asignación de recursos médicos en situación de contingencia. El documento tiene como propósito orientar las decisiones de los médicos en un entorno complejo con base en valores explícitos. La primera versión de la guía fue objeto de muchas críticas, que fueron escuchadas y el documento se ha enriquecido.

¿Cómo conciliar el principio que todas las personas tienen el mismo valor y los mismos derechos con un mecanismo de triaje que necesariamente otorga prioridad a unos sobre otros? Desde la perspectiva de la salud pública estas decisiones se orientan por dos objetivos: tratar al mayor número de pacientes y salvar la mayor cantidad de vidas posible. Esto último requiere evaluar clínicamente la probabilidad que un paciente sobreviva y el tiempo que dicho paciente utilizará los recursos escasos.

Bajo estos parámetros, el proyecto de guía establece que la única característica para asignar los recursos escasos es la posibilidad demostrable de acuerdo con la experiencia médica de beneficiarse de esos recursos. Esto se dice fácil, pero traducirlo en opciones concretas es mucho más complejo, pues tanto en los diagnósticos como en las pruebas clínicas existen irremediablemente sesgos, y aún no existe una escala de situación funcional, pronóstico y gravedad específica para el covid 19.

Es probable que la próxima sesión del Consejo la guía sea aprobada y convertida en una regulación obligatoria para todo el sistema de salud. Cualquiera que sea su contenido será muy polémico y deberá ser evolutivo. Su adopción, sin embargo, puede ayudar a gestionar la crisis de salud pública más grave que hemos tenido en décadas. Las decisiones que se tomarán son trágicas, pero inevitables. Ojalá lo entendamos así como sociedad.

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